lunes, 31 de mayo de 2010

ENTREVISTA A DARÍO FALCONI


Un joven editor retoma en Villa María la tradición de los hombres que hicieron de la tarea editorial un mito cultural y literario de la Argentina...

Artesanías Literarias: Darío Falconi,  acabas de publicar dos nuevos poemarios para inaugurar tu editorial llamada “El mensú”. Dos nombres de conocidos y consagrados poetas te han dado la oportunidad de desplegar tu  audacia editora: Fernando de Zárate y Susana Zazzetti. Ambos son los pioneros de una colección de poesía que has bautizado “Ciudad y río”. Va entonces nuestra primera pregunta: Darío, ¿No es un riesgo editar libros de poesía en un mercado saturado, en el que –confesión de ciertos editores- la poesía no se vende?

Darío Falconi: Lo que dices Andrés, son dos verdades, pero dos verdades relativas. Creo que, como muchas cosas en la vida, si uno se encuentra frente a un excelente producto (cultural en este caso) lo va a comprar. Pasa por presentar tanto en envase como contenido una buena poesía y de esa manera creo que es posible que el producto sea redituable. En Villa María y Villa Nueva los escritores en su mayoría han sido y son históricamente poetas y eso está bien. Hay muy buenos libros y otros tantos que se leen en borradores. Si bien es cierto que el autor es quien se costea su libro, en “El mensú” tratamos de que nos dejen su original y se lleven su libro editado profesionalmente. Queremos que el autor salga satisfecho y orgulloso de su libro, que lo muestre contento a sus pares, porque esa es nuestra mejor publicidad. Para ello trabajamos conjuntamente con el autor, escuchamos sus sugerencias, vemos la posibilidad de adaptarlas a las colecciones que hacemos, entregamos las pruebas de galeras que le hagan falta y hasta que no lleguemos a un consenso con el escritor no mandamos a imprimir el libro. Queremos ser otro medio para conectar a los escritores con los lectores. Queremos presentar libros de muy buena calidad, cuidando todos los detalles que complementen la palabra y condensen en un objeto de tapas duras un producto bello y atractivo, física y literariamente.

A.L.: Tenemos la sensación que ante todo, y al margen de tu actividad editora, sos también un amante de la poesía... De la buena poesía, de la que posee un significado. Un contenido vital. Pensamos que esa es la causa de haber  comenzado esta colección con dos grandes la poesía villamariense: ¿Nos equivocamos?

D.F.: No creo que te hayas equivocado, me encanta la poesía de contenido vital como dices. El hecho de que nos presentemos a la sociedad como editorial con una colección de poesía encabezada con dos importantes poetas, confirma tu impresión, pero hay que sumarle otros condimentos como lo son la amistad y el gusto por la literatura. Contaba en la presentación de “Brumario”, que hablar de la editorial y de ese poemario era hablar de lo mismo; porque nacieron juntos, fueron la satisfacción de necesidades recíprocas. Con Fernando somos amigos desde hace unos cuatro años y su anterior libro “Escrito en la tempestad” lo hicimos de manera casera u artesanal. Toda la familia trabajando, tipeando los poemas, imprimiendo, cortando y pegando tratando de lograr un volumen lo más prolijamente posible. Por mi parte, la idea de tener una propia editorial fue un anhelo de siempre pero que nunca me animaba a emprender. El tiempo fue pasando y Fernando se hizo con una considerable cantidad de poemas que correrían la misma fortuna que “Escrito en la tempestad”, es decir, otra edición casera. Fernando es muy especial, le gusta el trabajo más íntimo, pagar su edición y regalársela a amigos. Sin embargo yo le insistí muchas veces en que debía hacer un salto y editar en una editorial de verdad. Empezamos a trabajar en “Brumario” y fui investigando sobre maneras más profesionales de edición, conociendo programas informáticos de diseño y maquetación, lugares de impresión, evaluando la posibilidad de registrarlo en la Cámara Argentina del Libro y obtener así el ISBN y su código de barras, y así… una cosa llevó a la otra y fue como nació “El mensú”, con un resultado satisfactorio hasta el momento.

A.L.: Una pregunta muy personal. Hacía 35 años que no escuchábamos la palabra “mensú”. ¿Cuáles son las razones que te llevaron a titular esta editorial “El Mensú”?

D.F.: El termino “mensú” es una reminiscencia quiroguiana. Tiene que ver con las lecturas de los cuentos y las distintas obras de Horacio Quiroga, que me cautivaron cuando me fui iniciando en este hermoso camino de la literatura. Gracias a sus libros me enteré de estos personajes que eran mucho más que una ficción. El mensú, es el trabajador yerbatero de la zona de Misiones, Corrientes y Paraguay que fue maltratado hasta no hace muchos años. Peones de la selva que trabajaban más de 18 horas por día, por una miseria de sueldo y que a su vez los patrones les pagaban en bonos que sólo podían gastar en negocios de la patronal, en productos con precios altísimos como los intereses que pagaban por los préstamos que solicitaban. Miles de mensúes han muerto por enfermedades no tratadas, por golpes y por las condiciones infrahumanas que soportaban los trabajadores del oro verde. Mensú, viene de mensual, que hace referencia al período de pago de estos hombres. Otros autores han dado testimonio de esta realidad: Rafael Barrett, Augusto Roa Bastos, Alfredo Varela, Ramón Ayala en la música con y tantos más. El nombre es una manera de mantener vivo ese recuerdo y evoca cierta predilección por esa hermosa zona donde el verde profundo de la vegetación se contrasta con el rojo fuego de la tierra. Hay una vieja leyenda guaraní que dice que el que pisa la tierra colorada, vuelve. Ésta quizás sea mi manera de volver a ese maravilloso lugar.

A.L.: Como hombre que lidia con libros y escrituras, ¿cómo ves el panorama poético en nuestro país y, por supuesto, el de esta ciudad vergel de poetas?

D.F.: Muy bien. Lo veo muy bien, tanto a nivel nacional, como provincial, como local. Lo bueno de todo esto es que hay diversidad, para todos los gustos. A nivel nacional hay muchísimos; pero quiero detenerme dos segundos en lo local. El año pasado publiqué “Tinta de poetas”, mi segundo libro cuyo fin simplemente fue mostrar una parte de la cartografía poética de Villa María y Villa Nueva, que son dos ciudades que están unidas o separadas por el río Ctalamochita. Y digo unidas o separadas, porque es increíble como cruzando el puente, la poesía es completamente diferente una de la otra. Por lo general, los poetas de Villa Nueva se ocupan de su pueblo, una poesía tradicional, conservadora, de ribetes simples y emotivos; en cambio en Villa María se muestra más fragmentada, está más revolucionada, cambiada, estrangulada… Es una poesía en continuo cambio, más influiada por otras poéticas. No quiero decir con esto que una sea mejor que la otra: son diferentes y me parece perfecto que sea así. Con “Tinta de poetas” mostré la manera de pensar, la manera de componer los textos y el estilo de 37 escritores de ambas ciudades, ya que contenía una entrevista a cada uno y una muestra de sus trabajos literarios. Quedaron en el tintero cerca de 40 escritores más, que por diversas cuestiones no pude incluir. ¿Qué quiero decir con esto? Es que el mapa está incompleto, que aún queda mucho y muy valioso, por cierto, por explorar....

A.L.: Puedes adelantarnos nuevos títulos de esta flamante colección y, en general, ¿cuáles son tus proyectos editoriales para este año 2010?

D.F.: En cuanto a la colección “Ciudad y río” que agrupará los libros de poesía, sigue un volumen de tres adolescentes que asisten al taller literario de la corresponsal por Argentina de Artesanías Literarias. Las alumnas de Susana Zazzetti presentarán su “Antología adolescente” y eso será un hecho inédito en la ciudad, niñas que no han cumplido 15 años pero que ya escriben poemas muy bellos. Otro volumen en el que estamos trabajando se llama “Una mujer con una espada” de Augusto Páez, que en alguna oportunidad también se ha publicado alguna muestra en esta revista virtual. Quizás aparezca un poemario de mi autoría, pero le falta mucho trabajo aún y es, ante todo, un libro que muchos podrán llamar antipoético y psicológico. Vuelan en la atmósfera varios proyectos más de libros de poesía, pero aún los poetas no se deciden. También se abrirán nuevas colecciones que abarcarán el cuento, la novela, la historia, la música, la entrevista… Tenemos además un concurso literario vigente a nivel Argentina, para narradores y poetas, en el que el premio será publicar un volumen con los mejores 10 trabajos en cada género. Finalmente hay una joyita lista para trabajar pero estamos juntando fondos, ya que será una edición de muchos ejemplares, dado que su autor es una escritor argentino de renombre, y que distribuiremos por todo el país... pero no puedo adelantar más. Esperemos a que sea una realidad y luego hablamos.

A.L.: Una pregunta final: Tenemos la convicción de que los editores publican prima facie material literario y poético porque son sus primeros lectores... y si les “llega” a ellos es porque va a conmover, asimismo, a muchos lectores.

D.F.: Puede ser Andrés, en lo personal me gusta la poesía, pero mucho el cuento, también la novela y tantos otros géneros… lo importante es que lo que leamos sea bueno y nos toque alguno de nuestros nervios. Si la lectura nos llena, nos identifica, nos hace reflexionar y nos deja pensando, ya está. No importa el género. Como responsable de un suplemento cultural de un diario local que tengo a cargo hace cinco años, te puedo decir que la literatura es una experiencia personal que llega a conmover de distinta manera a las personas. Me lo dice la gente… Muchas veces sucede que a alguien le encanta un texto y a otros ni les mueve un pelo; pasa con los grandes escritores también, puede ser un excelente poeta pero si no llega, no llega. También depende de momentos, textos que antes no te decían nada, quizás pasado el tiempo, sí; aunque lo que es bueno, es bueno siempre. Creo que cuando hablamos de literatura el tema pasa porque la lectura nos “conmueva”, como tu dices.
* * *
La entrevista ha finiquitado. Podríamos seguir hablando con Darío Falconi un largo rato, nos ha transmitido su credo y nos ha dado una panorámica de sus proyectos. Y ahora una semblanza personal

 Semblanza de Darío Falconi

Nació el 15 de febrero de 1979 en Río Tercero (Córdoba). Hoy vive en Villa María, ciudad atravesada por el mismo río de su ciudad natal. Es Coordinador de EL DIARIO Cultura, suplemento dominical de EL DIARIO del Centro del País. Artículos de su autoría aparecieron en revistas culturales de Córdoba, San Luis, Villa María, en Internet y en el diario La Gaceta de Tucumán. Cursó estudios en el Profesorado en Lengua Castellana dictado en la Universidad Nacional de Villa María, lugar donde presta servicios como no docente. Publicó el libro + CD “rock_vm. El rock de Villa María en el nuevo milenio” (Recovecos, 2007) en conjunto con Carlos Gazzera y José Azócar y “Tinta de poetas. Una encuesta a la literatura de este río” (Eduvim, 2009). Tiene en preparación un volumen de poesía para este año. Es el responsable de El Mensú Ediciones, nueva editorial en Villa María (www.elmensu.blogspot.com). Todos sus artículos periodísticos están colgados en su blog personal: www.dariofalconi.blogspot.com

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sábado, 29 de mayo de 2010

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SUSANA ZAZZETTI


El Hilo que Sostiene

Hemos recibido el flamante poemario de Susana Zazzetti El Hilo que Sostiene, editado por El Mensú Ediciones para la nueva Colección La Ciudad y el Río.
El poemario tiene el sello personal, la escritura y la pasión poética de Susana Zazzetti. Los poemas que presentamos son los cuatro primeros del libro. Felicitamos a nuestra Corresponsal que es, ante todo, una magnífica y sensible poeta, por la aparición de su libro y seguros estamos que será correspondido por el generoso recibimiento de los lectores. (A.A.).


POEMA 01


la noche

descuelga su relámpago

de óxido y geranio.

a contraluz del padrenuestro se deshace

esta espera sin fe

despedazada

por

la

lluvia.

‘’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’

02.


creo

que soy un color

una

forma apenas.

apenas una arista.

una espada de cemento

abriéndose camino

a

dentelladas.

‘’’’’’’’’’’’’’’’’’’

O3

en el paréntesis del día

salgo al aire.

busco rostros vivos

que digan.

no encuentro a nadie.

aturde este silencio.

punta de lanza.

‘’’’’’’’’’’’’’’’’’’

04

clavo los espinillos

en mis dedos.

se me llenan las manos de palomas.

de caballos cansados.

la sangre

no siente

el dolor.

‘’’’’’’’’’’’’

LILIANA TERESA CHAVEZ

 Chica triste 3

          Poemas Inéditos 

Ha comenzado a llover.
Entra agua
por puertas y ventanas

se llena
de vereda a vereda

Pierdo pies.
Rodillas
cintura

El agua sube

la ahogada que soy
             
                llora


‘’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’


ay, como duele
que el cielo esté sobre los pájaros.
Ofelia Funes.

sentir
el peso sobre el vuelo
la mirada
sin un más allá

tener las alas
apretadas
en un embudo
de vacío
sin el cascabel
que significa el aire

un vuelo
que duele
un vuelo
a ras del tiempo
‘’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’

Los dos siguientes pertenencen a su libro inédito "Dos estaciones y media"

 En lo talado
de golpe
un brote insiste

como ninguna luna
se resigna menguante
despues
de la redondez y el brillo

A nadie acostumbrado al cielo
se pone boca abajo.

‘’’’’’’’’’’’’’’’’’’’’

 Como será
caer en el vacío
no tener un dios
que dé esperanza

mirar alrededor
no ver a nadie
insistir
con uno mismo.

‘’’’’’’’’’’’’’’’’


ANDRÉS ALDAO

 Jubilación

La  cola*

Tiene un andar pausado; hace rato que camina y se siente fatigado. Es la primera vez. Se imagina dialogando con algún transeúnte ocasional: “Esta es la primera vez, ¿sabe?. Yo no entiendo nada de estas cosas, que quiere que le diga”. Y el imaginario interlocutor, que lo mira estupefacto, le dice un poco intrigado: “Pero cómo, ¿nunca anduvo en estas cosas?  ¿Y de qué vivía, si se puede saber?”

Viene del pasado; de un mundo que nunca lo trató como “niño bien”. Los recuerdos le apelmazan la memoria. El barrio de la niñez; infancia de purrete pobre con pocos juguetes y muchas ilusiones. Amigos que quedaron en el camino; novias sin rostro esfumadas de la memoria. Y los viejos; inmigrantes en ese Buenos Aires cocolichero de la década del treinta. Todo se ve tan lejano, marchito, amarillo como antiguas fotografías que van empalideciendo con los años.
Supo de privaciones; zapatillas con el dedo gordo saliéndole de la proa; camisas con sabios remiendos que vencían al tiempo, hasta que los puños trepaban hasta los codos. Y aquellos cafés con leche y pan que succionaba en los antológicos tazones de antaño... Como si fuesen los tibios pezones de la vieja  que le daba de mamar. “Pucha que soy boludo”. piensa

Ya está por llegar; percibe las palpitaciones y un cálido envión ácido le trepa por el esófago hasta provocarle un ardor insoportable. Mira hacia todos lados. Está caminando por Lavalle. Bordea los sesenta; erguido, todavía ágil, Julio ha recorrido un largo trecho en su vida. 
Fresca noche de mayo. Se anuda el echarpe y protege sus manos con guantes de cuero. Poca gente en Lavalle; se detiene en Maipú. Quiere fumar pero no le quedan cigarrillos; Julio se recuesta en la ochava: no se anima a pechar.
Prosigue la caminata; su destino ya está a la vista. Viste un traje veterano, exhausto, listo para la jubilación. Los tamangos ­(como los llamaba el padre) acanalados por las rajaduras de la capellada; y las suelas, pobres suelas, parecían una feta de salame milán. Julio conoció épocas mejores.

Allí los ve; son unos veinte más o menos. Están haciendo la cola; tiesos, no conversan; algunos están apoyados en las vidrieras luminosas de Florida. La gente pasa y los observa con curiosidad.  Julio se acerca a paso tardo:¿Aquí termina la cola? pregunta con voz pausada. Uno desde la fila, le dice que sí, y lo mira discretamente. Ocupa su puesto y no bien se detiene, una pareja se ubica a continuación. Parece que el negocio marcha, se dice a sí mismo.
Contempla a los integrantes de la cola. Gente de todas las edades, en especial gente mayor. Por allí adelante ve a un par de bolivianos que conversan entre sí. Uno de los que esperan está vestido como un dandy de los años cuarenta. El traje le queda un poco holgado y tiene anudado al cuello un lengue estrafalario. Las ondas del cabello canoso y la pinta lo hacen parecido a un antiguo actor de cine, un Florén Delbene envejecido.

Una tos dodecafónica lo devuelve a la realidad. La cola se ha alargado un poco. Julio echa un vistazo: otros seis o siete clientes la han engrosado. Algunos llevan abrigos y paraguas, otros están vestidos con sobretodos o tricotas descoloridas. Todos aguardan; se nota que les sobra el tiempo y la paciencia. Mira la hora en su longines, recuerdo de los buenos tiempos.
        −A la flauta, ya se hizo la una de la mañana  −opina a media voz.
La mujer que está detrás recoge el comentario. Dirigiéndose a su pareja le susurra suavemente:
−Estamos aquí desde las doce menos cuarto. ¿no es cierto, Floreal?
−Qué le vamos a hacer, vieja: tenemos que esperar. no tenemos más remedio −le contesta el hombre mirándola con pena. −Ayer a esta hora ya estábamos volviendo a casa; tené paciencia, no faltará mucho, vieja.
−¿Ustedes vienen a menudo?  les pregunta Julio, animándose.
−Y sí; no nos queda otra.¿Usted sabe? Nosotros venimos desde Almagro, así que imagínese −le responde la mujer.
Julio asiente con la cabeza y se queda pensativo. Altri tempi, eh, viejo? Altri tempi. la pucha digo, viejo. Cuánto tiempo hace que te me fuiste: pero creo que ahora estamos más cerca que nunca, eh? musita en silencio.

La cola comienza a moverse. Se escuchan leves murmullos, vuelve la vida, la gente recobra el ánimo; se observan tímidas sonrisas. Julio descubre en ese muestrario de seres que hacen la cola un rasgo común y comovedor: son un fragmento de la condición humana, son sus hermanos. los vencidos, los sin esperanzas.
La corriente lo lleva; los primeros de la cola ya se están yendo. También el Florén Delbene arrugado, con la pinta de dandy de cartón, se va borrando por Florida al norte.
Se está acercando; llega por fin y también Julio estira la mano: el paraguayito del restorán le entrega la bolsa de plástico, colmada con las sobras del día. Se sonroja, le da las gracias y se pierde entre la gente que todavía pasea por Florida. Hacía dos días que Julio no comía. Mira el longines: las dos y cuarto. Es la primera vez. Su primera vez.

En Buenos Aires, modelo Menem, 1997.

* Un amigo de tiempos lejanos (mi alter ego) me preguntó si no había llegado la hora de volver a publicar mis cuentos y relatos: No estás editado en la Argentina, estás fuera del mundo literario, no vas a presentaciones o lecturas, tus libros son conocidos por personas amigas, colegas. El mundillo literario no es tan espléndido y generoso, nadie da nada por nada, todo tiene precio, hay colegas que tienen sus propios blogs pero ¡cuidado! no se te ocurra pedirles que  publiquen algo tuyo. Aunque ellos no cesan de mandar sus creaciones... vos sos el negro de los mandados, el gil a la tercera potencia.
Entonces, le pregunto, ¿qué debo hacer? ¿tirar la toalla? ¿no escribir más? ¿ponerme a llorar? ¿suicidarme? 
No! Publicate, sacá a luz tus escritos, usá el blog para hacer una revisión retrospectiva de tus escritos. Hay mucha gente que no conoce  tus relatos, que jamás los leyó, rescatalos del infierno del dolce farniente y que los lean y conozcan. Fijate que hay troncos que se la pasan pidiendo comentarios, que les hagan reportajes, se cuentan una cow boys e indios sobre la época del proceso y resulta que jamás hicieron militancia.
Publicá, Andrés, haceme caso. (Diálogo interior, reflexiones de un alter  ego robinson crusoe en tierra de nadie).