miércoles, 30 de junio de 2010

TUGRUL TANYOL. 
(Turquía- 1953) " Los laberintos de agosto y otros poemas"

Panoramicas Fotografía
        
        PADRES DISTANTES
 
Algunas noches hay un niño
que da vueltas silenciosamente en su cama.
La soledad, como la luz del día,
se propaga en cavernas secretas
multiplicando su desolación.
 
Algunas noches, el cielo está lleno de estrellas,
tantas y tan distantes como ellas mismas.
El niño tiembla en silencio buscando el abrigo
de su cobija, en esas horas en que el polvo disipa.
 
Algunas noches hacemos largos viajes.
Observamos una puerta que se abre en la oscuridad; el polvo se levanta.
Allí un niño se acurruca.
 
Algunas noches los padres se vuelven viejos y distantes.
Es el silencio apagado de una piedra lanzada al agua,
la luz de la luna, sombras, en barquito de papel.
Algunas noches distantes, detrás de una montaña,
la llanura: imagen de un grito en la palma de mi mano.
 
 
        EL FIN DE LOS DIAS AMIGOS
 
Alma gitana mía, frena ya tu caballo.
No hay lugar adónde  ir desde aquí.
Cae la noche, un pájaro con alas de viento
que baja lentamente, ahora es el momento
en que se anulan los viajes.
 
Inclínate, mira en mi rostro
los viejos mapas trazados en mis ojos.
Esos viejos caminos salpicados de estrellas.
No queda rastro allí.
De los ríos donde acampan 
caravanas largas y lentas
ni de cálidas noches de verano
de errantes ebriedades.
 
Es el tejido de la noche desplegándose.
La belleza femenina de la creación.
Hemos llegado al final de los días,
libres, altivos y amigos.
Cuando dormíamos bajo miles de cielos
hacíamos el amor y nos multiplicábamos.
¿Qué es este anhelo que nos devora
en habitaciones medio abiertas donde las velas se consumían?
¿Qué hora es, dónde estamos, este muro alambrado de quién es?
¿Quién es el autor de esta oscura calle,
esta mortaja blanca como la nieve, este tiempo perdido
que murió repentinamente?
Si yo lanzo una flecha y hago descender la noche
los días luminosos se arrodillarán a mis pies
con las heridas recién lavadas.
En nuestros pechos desnudos y en la rama más alta del árbol
mi corazón se abrirá con un estruendo.
 
Alma gitana mía, frena ya tu caballo
hemos llegado ya al final del camino.
 
 
     corresponsal Susana Zazzetti
 
CELMIRO KORYTO

Retratos Fotografía

amores

I

el cielo
viene hacia mí
sobre gibas nubosas

bajo mi piel
todavía siento
el calor
de una joven mujer
reacio a dejar el cuerpo

retengo mi cabeza
apoyada en la almohada
cada vez más alba

trunco
la suavidad de mis sueños
y para castigar los amores
me convierto en mi propia vara


II

soy el poeta que escribe
en la libertad de su jaula
sin duración en los otros

reflejado en el espejo
con un ramo de flores
y todas las faltas
me miro desde la infancia

con apetencias
sin amor
y esta lección de hastío


'''''''''''''''''''''''''

MARCELO CHOREN

 Serie reflejos 6 Obras de arte


Le pareció enorme, desproporcionada con el resto de la casa. Tal como se lo habían advertido los dos ancianos caballeros, la mesada de mármol ocupaba el centro de aquella inmensa cocina. El horno permitía alojar un cerdo entero. De una hilera de ganchos colgaban ollas, coladores, sartenes, pinches. Y cuchillos. Cuchillos de tronchar, de destasar; medialunas, cimitarras de acero forjado; hachuelas capaces de partir un espinazo de cordero. Todo relucía, lanzándole destellos.
 Jazmín se imaginó trajinando allí, y asintió.
 La heladera rebosaba de verduras frescas, frutas y aderezos. Dentro del congelador, grande como un sarcófago, piezas de carne envueltas en plástico blanco. Al abrir las alacenas, cientos de frascos con especias, que la embriagaron de sus aromas. El mueble de la vajilla le mostró platos de porcelana inglesa, copas de cristal. Encontró manteles de hilo, bordados a mano. En la bodega descubrió vinos blancos, tintos, espumantes. Los vejetes sabían vivir. Giró con los brazos estirados, como si danzara.
—¿Qué le parece? —la sobresaltó la voz del mayor, a sus espaldas.
—¡Maravillosa! —dijo.
Y se dio vuelta.
 Los dos sonreían y la contemplaban desde la única entrada. Se habían colocado mandiles de cuero sobre mamelucos manchados.
Las botas de goma, las antiparras plásticas y los guantes naranja los volvían irreales, siniestros. En sus manos relumbraban bisturíes.
Jazmín entendió lo que vendría, y el horror la amordazó.
—¿Maravillosa? —dijo el más delgado—. Me alegra que le guste —y dio el primer paso hacia ella—. La cocina es nuestro orgullo.
                                                                              
Corresponsal: Celmiro Koryto


JOSÉ JUDKOVSKI

EL TANGO Y LOS JUDÍOS DE EUROPA ORIENTAL*



José Judkovski es porteño, de origen judío, estudioso del tango, escritor y talentoso conocedor e investigador del espacio histórico de los tangueros judíos en el Río de la Plata: la interpretación, la escritura musical y las letras, ejecutantes, compositores, directores de orquesta, cantantes, letristas.

José Judkovski ya nos aleccionó con su libro El Tango - una historia con judíos. En esta oportunidad nos ofrece una historia paralela de la cultura popular del Río de la Plata a través de las letras de tangos, y la cultura popular de los judíos de Europa Oriental (Polonia, Rusia, Hungría, Rumania, Lituania y Letonia).

Letristas de las épocas de oro del tango, y escritores judíos en idish, la lengua popular y cultural de los pobladores de esos países de los siglos XIX y XX, se confunden, se superponen, se identifican en los temas de la gracia y la desgracia, el dolor y la sonrisa, la tragedia y el hambre, la angustia y todos los problemas existenciales de la criatura humana.

Un prólogo de José Gobello ubica al lector y lo predispone para una lectura catalizadora de esta magnífica obra que ilustra, alumbra, alecciona...
El autor presenta ahora un libro mayor, basado en una documentación impecable y rigurosa, escrito con enorme ductilidad, y sus comparaciones entre los textos de los escritores judíos con las letras de tango son un auténtico alarde de erudición, memoria y escritura didáctica y ágil, y no permite abandonar la lectura porque el lector se apasiona y pierde la noción de tiempo... Mérito no menor, por supuesto.

El libro finaliza con un capítulo que lleva la rúbrica del querido amigo Saúl Drajer, médico, escritor, poeta y, sobre todo, luchador y humanista, titulado Europa Central - Barrio de Tango. Un digno broche para un trabajo magistral de José Judkovski, amigo y compadre de “arroyos”... José del Cildañez y Andrés del Maldonado, aunados en el profundo amor por nuestra música popular rioplatense.

Andrés Aldao

*El libro fue editado por la Academia Porteña del Lunfardo y Publicaciones IWO
ONETTI SOBRE CORTÁZAR*




[CARTA Nº 21]

[Sin fecha) aunque fue escrita, es de presumir, en los primeros días de septiembre de 1938 de acuerdo al orden las cartas (nota del editor)

Querido Julio*:

Su carta me llega en mitad de las vacaciones. Playa. árboles y lago. Me alegra que le haya gustado el chiste de la reiteración. En cuanto a lo que me dice sobre Cortázar and Co., estamos de acuerdo y es un problema que me preocupa. Tengo miedo a una literatura o a cualquier arte que requiere una clave para su comprensión. clave que amenaza ser secreta y la empresa se reserva el derecho de admisión.98  Recuerdo anécdotas y letreros que vi en U.S.A. ;99  así llegaríamos aparentemente a una segregación intelectual. Y digo aparentemente porque en muchos casos innominables no se trata de diferencias mentales entre el escritor y sus lectores sino en la tan vieja tontería de buscar con deliberación y empeño aquello a que estamos condenados y los disimulos no bastan: la originalidad. Es una paradoja. pero no la hago yo. A mi provecta edad es creíble que jóvenes y no tanto me pregunten, por caminos que suponen desviados y astutos, «como hay que escribir’. (En general, mienten, ya traen la intocable obra maestra bajo100 el sobaco). Como soy paciente y —usted recordará— muy bien educado, digo no joder con pavadas, aconsejo escribir como y que salga del forro del estómago. Pcro es dificil: dificil el estado de pureza y desnudez, el total abandono. Y sin embargo uno lo hace sin esfuerzo cada vez que se enamora para siempre.
Bueno, para vacaciones charlé bastante. Pero no me despido sin decirle que sería una buena receta el retorno al alfa y al abc. Mas el suscrito descree de la validez de todo propósito en materia literaria. Adoquinan plausiblemente los caminos diversos que llevan al limbo. Estoy seguro que sentiría de inmediato un suave olor a 1~rsa y a po¬drido en la obra de cualquiera que se levantara un mediodía (seamos tolerantes) con la implacable resolución de hacer una literatura tan simple como la simpleza. No, no hay recetas y se me acaba la hoja. Lo único que se puede hacer es entregarse; sin miedo a usar figurines pasados de moda, sin miedo a la cursilería, al melodrama, a la pasajera incomprensión.


98 En 1938, Cortázar publica Presencia, con el pseudónimo Julio Denis.

99 En la trilogía U.S.A. (1937), ,John Dos Passos combina fragmentos de diálogos yacciones con letreros, noticiarios, recortes de periódicos y anuncios comerciales para recrear las experiencias eclécticas de la vida urbana.


100 Corrige: tacha bajo y escribe contra -

_________________

* Pertenece al libro Cartas de un joven escritor, donde aparecen 67 cartas escritas por Onetti a su amigo julio E. Payró. Este libro fue un obsequio invalorable de la querida amiga Mercedes María Sáenz.


CONSEJOS Y TRUCOS para escribir mejor...o peor 



Expandí tu campo de visión. Cuando observés a la gente o a la naturaleza, no hagás demasiado foco en el cielo hasta perder de vista qué pasa en la tierra. La rótula de la rodilla puede decirnos tanto acerca de una persona como su nariz. El chirrido de los zapatos de alguien puede ser tan significativo como el chirrido de su voz. Mirá arriba, abajo y todo alrededor para dar con los detalles que mejor capturen la cosa que estás describiendo.
Marcá con un círculo tus adverbios. Demasiados adverbios son un signo de que no estás trabajando lo suficientemente duro como para dejar que el lenguaje transfiera la escena de tus ojos a los del lector. Cuando revisés tus escritos, fijáte si hay adverbios innecesarios, irrelevantes o extraños (en especial, lo que terminan en "mente"). Si describís a tu protagonista como alguien que se comporta "amorosamente" y que trabaja "infatigablemente" sólo para llegar a casa y estar con una familia que la trata "terriblemente", lo cual le hace hablarles "amargamente", entonces tenés un problema de descripción. Estás describiendo cosas en abstracto más que con la mirada puesta en alguien en particular. En vez de contarnos que tu heroína trabaja infatigablemente, describí los callos que tiene en las manos o su andar pesado y lento. Examiná tus adverbios para asegurarte de que no los estás forzando a hacer por vos el trabajo duro de observar. No pueden.
Y ya que estás, marcá tus adjetivos. Una buena descripción no se define por el número de adjetivos que haya en cada oración. Cuando estés en la etapa de revisión, contá cuantos adjetivos hay en un párrafo cualquiera. Paradójicamente, una cadena de adjetivos (no importa qué tan claros y llamativos) puede disminuir el poder descriptivo de un momento. Por ejemplo, una oración como "Giró su cara indolente y colorada, hacia el blanco sol abrasador del mediodía" puede ser blanda y pasar desapercibida por la cantidad de adjetivos. "Giró su cara hacia el blanco sol abrasador" es directa y más dramática.
Convertí un símil soso en un adjetivo vívido. A veces, los símiles pueden ser intentos desesperados de un escritor por pintar un mundo vívido. Transformar símiles en adjetivos [o frases] te puede ayudar a variar tu estilo descriptivo y a mantener las comparaciones que ayudan al lector a ver lo que ves. "Tenía una cara como un repollo" puede convertirse en "su cara de repollo". O "Santiago se deslizó del techo al balcón, rápido como un gato" puede ser "su salto felino". Una descripción así, "Cuando Jorge se reía, parecía rugir como un león", puede volverse más efectiva con adjetivos: "Jorge soltó el rugido leonino de una risa."
No mezclés metáforas. Las metáforas mezcladas ponen en evidencia a los escritores novatos. Ejemplo: "Sin ella, él era un pájaro caído del cielo por un disparo, sus cimientos desmoronándose bajo las vigas podridas de su viudez." Optá por el pájaro o por la casa, pero no incluyas ambas. Los pájaros no tienen cimientos ni vigas podridas, y las casas no caen del cielo por un disparo. Podrías probar algo así: "...él era un pájaro al que le disparan en el cielo, súbitamente sin alas, que llora de pena" o ".él no era más estable que una casa al otro lado del camino, sus cimientos desmoronándose bajo las vigas podridas de su viudez." En cualquier caso, no hagas las metáforas demasiado obvias, como las dos anteriores.
Moderá tus metáforas. En el consejo anterior, si querés comparar al pobre hombre con un pájaro sin alas, podés explayarte con la sugestión de un pájaro en vez de decir directamente "él era un pájaro...". Por ejemplo, podría estar sentado en un jardín mirando cómo los pájaros se muestran en pares para la temporada de anidar, o quizás podría recordar cuando era nino y le disparaba a los pájaros y ellos "lloraban de pena". Las metáforas que comienzan "él era un león" están siempre demasiado cargadas al comienzo como para funcionar. Alcanza con la mera sugestión para pintar un cuadro.
Revitalizá tu prosa, mezclando los sentidos. Cuando un pasaje descriptivo falla por alguna razón que no podés discernir fácilmente, prestá atención a los detalles sensoriales. ¿Son todos visuales? Agregá un sonido o un aroma para hacer que la prosa avance de nuevo.
No exagerés con los detalles. Demasiados detalles en un pasaje de prosa pueden oscurecer su significado. Por ejemplo, la historia de una asistente social que visita la casa de una familia notoriamente recalcitrante, puede empezar así:
El barro en el patio sin pasto era de dos pulgadas de espesor más o menos, primero esponjoso, y se deslizaba bajo sus pies. Ella avanzó hacia la casa a través de un sendero atiborrado de basura, de partes de autos olvidadas hace tiempo, trozos de soga, [...] y una inexplicable variedad de barriletes en distintos estados de decadencia. Alicia eligió su camino a través del sendero de obstáculos, [...] Ella buscó con la vista a la senora de la casa, una mujer maciza con un delantal de algodón, contemplando como una lechuza detrás de la puerta biombo. Alice sonrió y tambaleó a medida que el barro comenzó a tirar de sus zapatos, haciendo que cada paso hacia adelante pareciera un salto a través del tiempo y el espacio.
Estos son demasiados detalles, y en la historia adecuada podrían funcionar bien. Es bueno saber, sin embargo, que siempre tenés la chance de suprimir detalles para que el lector vea el bosque a partir de los árboles. No es necesario que, al armar una escena, describas todo, desde el clima hasta los botones de la camisa del personaje. Tené en mente la imagen central que vos mismo/a podés ver cuando entrás al mundo de tu personaje:
Alicia eligió su camino a través del barro fresco, su ojo en la maciza mujer detrás de la puerta biombo. Cada paso era más duro que el anterior -aparte del barro, ella tenía que mirar partes de autos abandonadas y juguetes rotos- y empezó a creer que se estaba moviendo en grandes, agonizantes saltos a través del tiempo y el espacio.
No siempre es mejor incluir más detalles. !Es bueno que cada tanto te acuerdes de darle un respiro a tu prosa!
Usá adjetivos de forma sorprendente. Tratá de escribir descripciones que contengan sorpresas verbales. Un adjetivo como "dulce" no siempre tiene que describir azúcar, o un gatito, o un bebé. ¿Qué tal un dulce tractor, o un huracán dulce? Flexibilizá esos adjetivos. En la historia correcta, las combinaciones adjetivo-sustantivo sin relación aparente -bondad temible, collar feroz, cuerpo de granero- pueden dar la nota descriptiva que buscás.
No uses los adjetivos inusuales dos veces. Los adjetivos comunes como "pequeno", "grande", "marrón" o "mojado" pueden repetirse en una historia, a veces tres o cuatro veces, sin llamar la atención. Los adjetivos menos comunes, sin embargo -"grácil", "electrizante", "quisquilloso", "siniestro"- hay que usarlos una sola vez por historia. Un buen adjetivo repetido se vuelve una mala elección de palabra.
Revisá la consistencia descriptiva. Si Yamila tiene ojos celestes en la página dos, mejor que tenga ojos azules en la página nueve. Te sorprendería lo seguido que aparecen incosistencias. Si escribís solamente los fines de semana, o estás reescribiendo una historia que empezaste hace cinco años, vas a estar propenso/a a tener inconsistencias descriptivas.
No mezcles el punto de vista. Cualquier descripción de un personaje o lugar o evento toma una perspectiva particular. Esa perspectiva puede ser la tuya propia, o un narrador en primera persona, o un narrador en tercera persona -cualquiera que sea el punto de vista que elijas, mantené la consistencia. El narrador en tercera persona puede ver el cielo azul limpio como ominoso; el personaje central podría ver el mismo cielo como un signo de buena suerte; el "ojo de la cámara" grabaría objetivamente el cielo como azul. No digas el cielo ominoso en la página uno y afortunado en la página cinco a menos que clara y deliberadamente hayas cambiado el punto de vista. Decidí quién manda en la descripción desde el comienzo.
No te esclavices a "mostrar". "Mostrá, no cuentes" es una pauta, no una regla. A veces contar es más efectivo que mostrar. Una breve afirmación -"Elena era gato. Así de simple"- puede ser mucho más efectivo que una escena de dos páginas para mostrar a Elena trabajando de gato. Contar puede ser tan emocionante como mostrar siempre y cuando la prosa sea interesante y atrapante.
Evitá el sentimentalismo y el melodrama. El sentimentalismo prolifera cuando escribimos abstracciones: "Estaba atormentada por el dolor". "Su felicidad no tenía límite". Para evitar el melodrama, ceníte a imágenes accesibles y concretas: "Se cubrió la cara con las manos". "Bajó corriendo por el césped de la loma, el pelo largo brillaba como pirotecnia". Describí las cosas que podemos ver y oír... [...]
Evitá los detalles "realistas" que alejan a los lectores. Imagináte que estás escribiendo una historia sobre un ornitólogo. Vos no sabés mucho de pájaros, así que vas a la biblioteca e investigás sobre la ciencia de los pájaros. Está bárbaro. Empapáte... [...] Pero cuando te sientes a escribir la historia, no les regales a tus lectores los frutos de tu labor. Vos tendrías que saber la diferencia entre altricial y precocial, pero los lectores no necesariamente. A la gente le encanta aprender cosas nuevas a través de la ficción, pero siempre que la historia se mantenga en el centro de la escena. Meté palabras poco familiares o datos como parte del desarrollo natural de la historia. Resistí la tentación de cancherear; el trabajo sucio debería ser invisible para cuando llega a la página. El único propósito de tu investigación es hacer al personaje creíble. Las palabras en jerga distancian a los lectores, mientras que los términos no especializados les permitirán entrar al fascinante mundo de los pájaros. [.] Si sos tan experto/a en los patrones migratorios de los papamoscas cola de tijera, ¿por qué no lo explicás en criollo? [...]
Algunas palabras poco familiares se pueden sacar por contexto -no querés insultar a los lectores por ser demasiado simplista. Pero acordáte de que estás escribiendo una historia, no un manual, y que el personaje debería ser más interesante que su trabajo.
No abuses de los sinónimos. Los sinónimos son salvavidas, pero no pueden hacer buena la prosa mala. Si estás mirando el diccionario cada cinco minutos, entonces no estás trabajando lo suficiente. Si buscás la palabra justa para descibir el jardín de tu mamá, no esperes que el diccionario te la dé. Mejor sentáte en el jardín media hora y asimilá la experiencia de lo que te gustaría describir.
Usá descripciones para poner los diálogos en contexto. Las conversaciones no ocurren en un vacío. La gente charla mientras come, limpia la casa, palea nieve, aprecia joyas, comete homicidio. Un agregado descriptivo tan simple como "...dijo, mientras le daba otra vuelta a la mezcladora de cemento" puede recordarles a los lectores que los personajes no son cabezas que hablan y que la historia está avanzando.
Sobre todo, ¡divertíte! Todos tenemos algo que decir. Todos tenemos alegrías y penas y momentos mágicos en nuestro pasado que forman nuestra visión única de la condición humana. Compartir nuestra visión a través de la palabra escrita debería ser lo más fácil del mundo. Pero no lo es; a veces es lo más difícil. Escribir es un trabajo. Requiere tiempo, y concentración, y confianza, y una paciencia extraordinaria. Esto es cierto así estés escribiendo tu primera o tu centécima historia. Como el proceso de escribir requiere tanto de nosotros, a menudo nos frustramos o desalentamos o nos ponemos furiosos con todo el asunto. Cuando pasa esto, acordáte: se supone que escribir sea divertido. No te lo tomés tan en serio. Si la historia que estás escribiendo ahora no se publica, ¿qué hay? Me puedo acordar de un montón de historias inéditas y verlas como los escalones que me llevaron a las historias publicadas. Nada de los que escribas es un desperdicio. Igual que el basquetbolista que se pasa cada manana tirando solo triples, tenés que practicar para mejorar. Esos días que te sentís como un/a escritorzuelo/a cohibido/a, acordáte de por qué escribís. Acordáte de la alegría que te pueden dar tus propias palabras. Acordáte de lo bien que se siente un primer borrador terminado. Acordáte de lo satisfactorio que es finalmente mandar una historia con esperanza y los dedos cruzados. Es el proceso, no el producto, lo que da más satisfacción. No todos veremos el producto -una historia publicada- pero el proceso es todo nuestro. No hay cuota de inscripción, no hay pre-requisitos -solamente un lápiz y una idea.

Mónica Wood en Description (1995).

ENVIADO POR C. A. TRINELLI

AMELIA ARELLANO

Oráculo De Greda

la metamorfosis del híbrido Obras de arte

“...El gran frío del mundo, el poco amor que encuentro
me mueven a buscarte, mujer, en cierto bosque de latidos calientes...”
GABRIEL CELAYA


Llegó a la hora en que los amantes se cubren de polen y amapolas.
Venía con la sed a cuestas, la noche y sus ardientes soles.
Era el mensajero de antiguas, sacrosantas memorias.
Cruzó llanuras. Montes. Se detuvo en los ríos.
Evadió sutiles vigilancias, espectros, osamentas.
Yo lo escuché llegar: Detente corazón, escucha.
Traía su pasión de tierra, el fervor de su sangre y la simiente.
Entró calladamente, como un ladrón.
Todo un silencio. Un ardor. Un zumo de inocencia.
Recorrió con su pulso el mapa de mi especie de hembra.
Reconstruyó silencios, ecos, sabores y palomas.

Cabalgó despacio, tan despacio.
Lento, rápido, desenfrenadamente.
Al este, siempre mirando al este.
Bebimos del mismo grial, la sed, la sal y la misericordia.
Luego, se fue. Se fue como llegó.
Calladamente. Como un ladrón.

Llegarán desterrados días. Roca que oprime el pecho.
Miraremos al Este. Cerraremos los ojos.
Y podremos descifrar. Penetrar. Releer. Empaparnos.
Grafías escritas para siempre.
Grabadas en este, nuestro cuerpo: Infinito oráculo de greda.

'''''''''''''''''''''''''' 
MARTA COMELLI
Pájaro sin nombre abstracto,Obras de arte

MANCHAS
"El ADN cambiado en una letra",
Raquel Dodelson
Se quita la marca de la cara
bruscamente;  la borra   con la mano plana.
Arranca su ropa como  piel
la piel que destella en rojo sangre.
Hunde uno de sus dedos en la mancha ahuecada y ríe,
mientras llora su ojo izquierdo una profunda lágrima.
Lame su mano, su mano roja
dolorida de rojo,
sin regresos,   dolorida.
Odia las manchas, las que solo ella agrieta,
la loca.

VOCES
"Pero quién puede olvidar?"
Werich

Algo gime entre el cerrar de una y otra puerta.
Un ruido subterráneo,
 un llanto .
Una parición,
o un suspiro sediento dando luz   abandonado.
Algo clama  entre los muros de cemento,
el rojizo color de las paredes,
 la sangre seca de fantasmas,
o de evanescidos.
Algo llora ante tus manos y las mías que insumisas
buscan,
sin encontrar.
Sera la lluvia  contra mis ventanas,  mi imaginación?
                               Pero quién,   quién puede olvidar?                                  

 SERES VIVOS?
                                                                      "Tendrá algo que decir? "Vamos, te llevo
 conmigo"...
Silvio Mattoni

Lo olvidaste.
Estaba tirado en el piso de la cocina.
Sintió pena por él, sus ojos azules,
su cuerpito de trapo manchado,
con poca ropa.
Le pareció percibir que lloraba,
quizás    te extrañara.
Intentó recordar su nombre
ése con el que lo acunabas sobre tu pecho,
 "Jazmín, Jazmín".
Así  lo llamó en la intención de calmar su llanto.
Buscó un pañuelo de seda
entre los que usaba para su cuello,
 no para el frío, para tapar las arrugas,
y  además porque daban un toque de elegancia,
y  lo envolvió.
Tenía que encontrar la manera.
Lo abrazó estrechamente.
Se sintió sola a pesar de su presencia
 y algo   del calor de la niña
que aún permanecía en el cuerpecito de trapo.
Miró por la ventana, necesitaba verde,
 luz, el color de una flor,
vida.
La recordó corriendo
con sus piernitas y manos regordetas,
dejando al  muñeco abandonado en cualquier lugar de la casa.
Se acordó de ella diciéndole: "No  dejes tirado a Jazmín",
sugiriendo en el juego, que el muñeco  lloraría,
y a la niña contestándole: "no abuela, no llorará, porque no tiene vida".
Qué llanto  habría escuchado entonces?.
Lo acomodó suavemente sobre un sillón,
retiró el pañuelo con el que lo envolviera,
y cubrió su cuello,  con la seda roja con flores amarillas.

Marta Comelli, mayo 8/2010
de Historias de Amor Siglo XXI

  
 La roca de la memoria

TERESA ITURRIAGA OSA

  
Doctora en Traducción e Interpretación por la ULPGC. Ha colaborado en seminarios y proyectos de investigación europeos de la ULPGC, el CSIC y el Instituto Cervantes.      Ha publicado en prensa, revistas literarias y portales digitales. Está muy vinculada al trabajo de cooperación entre Canarias y los países africanos. En 2004 es directora, coordinadora y autora de una serie de entrevistas de interés etnográfico compiladas en el libroMi playa de las Canteras. En 2005 traduce Modou Modou, un ensayo sobre el drama de la inmigración africana, del senegalés Seydi Ababacar Mbaye; y colabora en las webs www.laveudafrica.com ywww.africainfomarket.orgEn 2005 presenta el relato Hurto blanco en Orillas Ajenas. En 2006, Namoe en Hilvanes y, en 2007, El violín y el oboe en Fricciones. Publica Tu nombre es Véronique en el libro Que suenen las olas, una colección de relatos de escritoras canarias y marroquíes, de la que fue coordinadora y traductora de los textos árabes. En 2008 presenta la colección en el Instituto Cervantes de Rabat. Gana el III Certamen Internacional de Poesía El verso digital 2008 con el poemario Sobre el andén.Publica Juego astral, ocho relatos breves de género fantástico. En 2008 también obtiene el primer premio delIII Certamen de Poesía Encuentros por la Paz, con el poema Dos segundos de compasión.  En 2009 aparece Yedra en vuelo en la colección de autores canarios Acordes armoniosos, de la Fundación Mapfre Guanarteme. En el libro colectivo El ojo Narrativo. Ecos [2] participa con el relato El mandala de Malick. En 2010 ha sido incluida en la antología Madrid en los Poetas Canarios, recientemente publicada.

                                                                                                                                                                                  Mira que la dolencia
                                                                                                                                                                              de amor, que no se cura
                                                                                                                                                                                         sino con la presencia y la figura. 
                                                                                                                                                                          (Cántico espiritual, San Juan de la Cruz)
                                             
                                     La Muerte Agazapada abstracto,Obras de arte
     
      El paisaje era onírico hacia el crepúsculo, el ferry de Estela avanzaba sobre las olas mientras un manto de bruma cubría el Peñón de Gibraltar. Ya se divisaban las playas de su juventud. Regresaba al pasado para cerrar el círculo, aunque sabía que ya nada sería igual que ayer. Volverían a verse, más viejos, más tristes, pero, en fin, el yo y el tú recuperados.
      La majestad del tiempo, pensó Estela, al acercarse a las costas de Cádiz.

     Con el paso de las estaciones, la gran roca se había convertido en un rostro búdico entre las sombras que descendían hasta el mar. Y allí estaban, ella y la primavera a sus cincuenta años, de regreso a la vida brutal, sin huida del paraíso.
      Descendió del barco y la brisa salitrera irrumpió de lleno en el vacío de la tarde, las puertas de sus sentidos se abrieron de par en par y una locura de colores y olores tembló en su interior. Pero, desgraciadamente, al levantar la vista hacia la Playa de los Lances, leyó con asombro unos carteles que le anunciaban la entrada en una zona de escuelas de surf, discotecas, chiringuitos, apartamentos, clubes de golf, supermercados. El ambiente turístico se había tragado la paz del pueblo de Tarifa. ¿Qué habían hecho con la vieja aldea de pescadores? Se habían vuelto locos... medio caníbales… Aquello sólo olía a bronceador y a piscolabis. En el puerto no quedaba ni rastro de las mujeres que antaño vendían pescado fresco… ¿Cómo entonces iba a recuperar la memoria perdida?
      Se sentó en el muelle y no se movió hasta que se fumó todo lo que quedaba del paquete de cigarrillos. Se rompió la cabeza buscando una salida al caos mientras se apagaba su visión del horizonte. Nada estaba en su sitio y el lugar le parecía extraterrestre. Sin embargo, Estela creía en la magia. Revolvió el bolso y buscó la fórmula mágica de Leila, la anciana marroquí que le aconsejaba siempre con ternura de madre. No hacía mucho tiempo que había ido a visitarla a Tánger porque no se encontraba muy centrada y, al entrar en su consulta, ni siquiera tuvo de explicarle los síntomas de su malestar. Leila le confirmó que tenía un desamor grabado en el semblante. Lo peor.

     Con la suavidad de una piedra de molino, Estela siguió mirando al mar mientras frotaba el puñado de hojas secas que la mujer árabe le había preparado. Después, aspiró su olor y las masticó hasta hacerlas desaparecer. La anciana creía en su extraño poder de hacer regresar el deseo. Finalmente, Estela se tendió sobre el cemento y se durmió.
      Soñó que bajaba a las profundidades del océano a exhibir su virtud con un guiño de encajes y abanicos, llevando de la mano al hombre por los espacios sumergidos. Nadó a grandes brazadas toda la noche por el Estrecho, mientras apretaba con fuerza unas hojas de shih. Se despertó de madrugada, muerta de frío y con la certeza de haber vivido algo muy real, como si una voz le acercara la imagen de Manuel, aquel que una vez se marchó de su vida para siempre. Su inconsciente guardaba recuerdos tan hermosos que incluso temió perder el control de lo vivido, el sueño le parecía un atentado contra el orden natural de las cosas. Rozaba la locura.

     Hacía mucho tiempo que Estela no veía el arco iris. En la atmósfera sucia de humores, miraba al cielo y le llovía encima la decepción del azul de los príncipes desteñidos. Pero en el sueño se le había revelado una enseñanza. Ya era hora de encontrar su camino coralino incrustado en las rocas y hacerse una barrera natural en alta mar. Vivir en la frontera, entre la arena y la fosa, entre el agua y el aire como mujer adiestrada, mujer salvaje. Una mujer que transmutara los fracasos de la vida en ozono interior. Buscaría la esencia de la mujer-arrecife, piedra vestida de algas, refugio de moluscos, peces y crustáceos. Mesa y mantel oceánico. Hombre y  mujer: difícil laberinto. Pero, sobre todo, y lo más importante, Estela se preguntaba a todas horas: ¿qué es una mujer?, ¿de qué elemento o material se compone? Ella no quería estar hecha de aire porque le faltaría peso. Tampoco podía ser tierra, porque le faltaría lucidez y kilómetros de perspectiva. Así que tenía que descubrir por sí misma los infinitos matices de la luz en aquel ecosistema planta-flor-roca-pólipo, con agujeros y remolinos de naturaleza híbrida perfecta.
      Por fin decidió quedarse. Encontró habitación en una casita rural situada en el Parque Natural de los Alcornocales. Durante días estuvo pensando qué hacer… No salió del jardín en tres semanas. Dudaba de sí misma, de los cambios a los que les habría sometido el tiempo. La verdad es que Estela había cruzado el Estrecho para localizar a su amigo y debía charlar con él como en los viejos tiempos. O, simplemente, saludarlo. Y varias veces estuvo a punto de hacerlo, pero la realidad del paisaje se le impuso y nunca lo llamó. No se atrevió a molestar el silencio de su vida plena. Quizá el gris del hormigón también había invadido el huerto de su recuerdo.