viernes, 11 de junio de 2010

Evangelina Sodero
 
     

 Clave de violín
XXI
 
Piadosamente reclinada
se derrumba un monasterio
                                    a mis espaldas.
 
Ahí va el esclavo
arrastrando el cielo que Dios le ha negado.
La herrumbre de campanas bautismales
se mete tras la carne y me lastima.
Me sangran las vísceras, adentro.
A Cristo alguien le cura las heridas.
Desde el fondo de sus ojos grises
parece que me mira.
Cada vez que llora
se corre la pintura de lágrimas oscuras
rayando la excavada palidez de porcelana
en sus mejillas.
De su boca escucho arrepentidas confesiones
de fieles que el pasado ha perdonado.
Se me llena el paladar de espanto.
Peregrina el rezo hacia el final de los tiempos.
Una virgen con pecado concebida
arrancará la eterna castidad
enmohecida tras el muro inquebrantable
de sus piernas.
El aposento donde Dios descansa
le servirá al tirano de escondrijo
hasta que los cuervos hayan acabado con el cuerpo
y yo haya terminado de cerrarle los ojos
                                                      a Cristo.
 
Ahora y siempre
                     hasta el final de los tiempos.
 
   de "Palabras que caminan la cornisa"
 
   corresponsal Susana Zazzetti

1 comentario:

  1. Bueno, me extraña la falta de comentarios. Admiro a esta niña que dice de una manera especial, tajante, dejando acumuladas sensaciones y reflexiones. Sus palabras caminan por la cornisa y eso es sólo un aviso.
    Un abrazo Evangelina.

    Lily Chavez

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