jueves, 3 de junio de 2010

FERNANDO IWASAKI 

“La casa embrujada”

Sabanas Blancas 

(Ajuar funerario, 2004)

Hacía muchos años que nadie pasaba una noche en la vieja mansión. Decían que una aberración se arrastraba por sus corredores y que todos los descendientes de aquella decadente familia estaban malditos. Los ancianos se persignaban, las mujeres gemían y los hombres blasfemaban. Sin embargo, los dueños querían venderla y yo acepté pasar la noche para acabar con su leyenda siniestra, porque mi ambición siempre ha superado a mi cobardía.
Los estragos del abandono eran infinitos: una suerte de lepra carcomía los muros, la humedad formaba repugnantes verdugones de sarro y el olor de las ratas podría cortarse en grasientas lonjas. Con la tuberculosa luz de mi linterna perseguí en vano fantasmas que resultaron telarañas, roedores y muebles amortajados de blanco, como niños muertos. La casa no tenía espejos y a todos os personajes de las pinturas les habían borrado los ojos. Los relojes marcaban a destiempo la misma hora.
Al amanecer vi a los dueños en la puerta y salí a rastras del caserón embrujado, pero esos cobardes huyeron y la policía me ha disparado. Desde entonces no he vuelto a salir y vivo muy a gusto por estos corredores. Ningún espejo me molesta y he descubierto que me encantan las ratas.

Corresponsal: Celmiro Koryto

2 comentarios: