miércoles, 2 de junio de 2010

JUAN CARLOS BUSTRIAZO ORTIZ



Puelches es repetido punto de referencia cuando se alude al sur en distintas actividades. Fue una de las localidades en que estuvo radicado el poeta Juan Carlos Bustriazo Ortíz, que falleció ayer a los 81 años.
Este poeta nació en Santa Rosa el 3 de diciembre de 1929. Su canto forma parte del alma de los pampeanos. Entre sus obras se destacan "Elegías de la piedra que canta" de 1969,"Aura del Estilo" de 1970, "Unca bermeja" de 1984, "Canto quetral""Poemas puelches" y más de 79 obras inéditas. Su última obra publicada fue "El libro del Ghenpin" editado por la cámara de diputados en el año 2004.
Su creación, además de su valor en sí, se instaló fuertemente en el sentimiento popular a través de la musicalización de varios de sus poemas. La repercusión alcanzada por sus poemas excede largamente los límites provinciales, al punto de estar considerado entre los más importantes poetas nacionales.  

"En plena década del cincuenta, al regreso del Oeste, Juan Carlos Bustriazo Ortiz escribe Los Poemas Puelches, dando así la primera señal artística de una experiencia vital que definió, en temas y formas, toda su creación literaria posterior. Son los gestos y los rostros de aquella geografía los que van dejando su imagen en estos versos, tejiendo sus destinos con el misterio del lugar y con su dramática condición de pobladores del desierto"


La tejedora puelche

Andaba doña Gregoria el caserío,
ofreciendo sus matras. Un día se fue
del pago. Los paisanos conservan
sus trabajos todavía, llenando con sus
colores los humildes recintos de los
ranchos...

Aquí viene llegando
la tejedora puelche,
la que tejía sus matras
lo mismo que su suerte.

Venía siempre al pueblo
en busca de la gente,
saliendo de la tarde
como una chilca verde.

Llegaba despacito,
subiendo desde el este,
allá, donde el río seco
se junta con la muerte.

   Chamal rojizo y verde,
   color que trae la suerte.
   ¡Ay, tejedora puelche!
   tu sombra siempre vuelve.

Hoy suben de la tierra
tus raíces silvestres,
los vivos colorinches
de tus lanas alegres.

Loco el viento de junio
castiga, pardo y fuerte,
con tus matras yo tengo
la sola patria puelche.

Y aquí te dejo viva
memoria del Oeste,
derramada en mi canto
como un río ferviente.

   Chamal rojizo y verde,
   color que trae la suerte.
   ¡Ay, tejedora puelche!
   tu sombra siempre vuelve.

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El viejo Quintín, “intruso”

Después de lunas y lunas,
lo quieren sacar del campo.
Hoy lo he visto, cobre antiguo,
tierra y temblor, sueño amargo.

Allí está su sombra india
casi tocando la ausencia,
como si fuera a quedarse
ahí mismo, sobre la hierba.

“Hace años que trabajamos
este campito nomás...
Me dicen que soy intruso
y que me debo marchar...”

Casi nunca viene al pueblo,
su sangre apenas lo lleva,
y en sus ojos hace tiempo
que anda rondando la niebla.

Tener que irse y tan solo...
La tierra tiene otro dueño.
Don Quintín, cómo decirte
que los intrusos son ellos!

“Hace años que trabajamos
este campito nomás...
Me dicen que soy intruso
y que me debo marchar...”


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Volviendo Don Correa...

Me contaron que siempre guitarreaba,
llenando de alegrías los patios de
los ranchos sonoros y con luces...

Ahí llega el viejo Correa
saliendo de la mañana
como apartando la niebla
con sus largas manos pardas.

Regresa como trayendo
de su antiguo tiempo puelche
sus yuyos de curar tristes
y sus vinos de la suerte.

Esto es ya cosa del sueño,
pero fue, y aquí lo cuento.

Lo cuento porque se me hace
que un día volvió subiendo
al perdido paradero
donde andaba su recuerdo.

Llegó hasta la casa aquella
de adobes acurrucados;
se hizo aleteo el saludo,
rojo en el aire y quemando.

Tal vez parezca que sueño,
pero yo estoy bien despierto.

Se fue otra vez don Correa
con su tiempo guitarrero,
rumbo a los cerros azules,
lleno de vientos jumeros.

La niebla lo trae ahora
con su solo paso andando.
Vino a mi voz su recuerdo:
aquí estoy para nombrarlo.

Esto, repito, no es sueño;
fue hace tiempo, pero es cierto...

* * * * *

4 comentarios:

  1. Bustriazo Ortiz, estará de fiesta el cielo seguramente aunque nosotros estemos tristes. Sin embargo nunca nos faltará el alimento de su palabra. Las palabras de este último poema pueden curiosamente ser dedicados a él..."La niebla lo trae ahora / con su solo paso andando. / Vino a mi voz su recuerdo / aquí estoy para nombrarlo" . Maestro, la muerte esta vez se morirá de rabia, su palabra se enaltece con ella. Gracias Esther y Andrés por traerlo a la página.

    Un abrazo.
    Lily Chavez.

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  2. ´
    sostendrá su nombre y su recuerdo: su palabra.andará por la memoria de todos con su simpleza y mano abierta, como siempre, a la amistad. susana zazzetti.

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  4. Muy especial la obra de Ortiz, un poeta magnífico que como siempre sucede, los argentinos no dimos valor hasta ahora, con su muerte. Excelente material!!

    Ariel Ponce.

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