jueves, 28 de abril de 2011

MARINA TSVETAEVA – Poeta - (Rusia, 1892-1941)


                                          
     
Reseña biográfica: Poeta rusa nacida en Moscú, donde pasó sus primeros años de infancia junto a su longeva hermana Anastasia (1894-1993) y en su casa de verano de Tarusa. Estudia piano y a los 14 años ya se interesa por la poesía de los románticos alemanes y franceses. En 1909 viaja a París donde asiste a lecciones sobre literatura francesa en la Sorbonne y un año después a Dresden. En 1910 publica su primer libro de poemas Album de la tarde y abandona la escuela antes de terminar los estudios. En 1912 contrae matrimonio con Serguiei Efron, hijo de una familia revolucionaria ruso-judía, con el cual tiene tres hijos y se publica su segundo libro La lampara maravillosa, dedicado a su marido. Más tarde publica De dos libros (1913), Poemas de juventud (1915), publicado póstumamente en 1976. En Historia de una dedicatoria (1916) y Poemas de Moscú (1916) describe su mutuo enamoramiento con el también poeta Osip Mandelstam. De 1917 a 1922 escribe seis piezas de teatro y tres libros de poemas Versti II, El campo de los cisnes y Oficio. A partir de 1918 vive separada 5 años de su esposo, los cuales describe en sus diarios Signos terrenales (1919). 
En 1922 viaja a Berlín tras conocer que su marido estudia en Praga adónde ha huido tras la derrota del ejército blanco. Publica en esta ciudad Versti I que había escrito 5 años antes, La doncella del zar, Poemas a Blok, El fin de Casanova y el poema Despedida. Ese mismo año comienza su correspondencia con Boris Pasternak, de la que se conservan 19 cartas de ella y 84 de él. En 1923 se instala en Praga y escribe su ciclo de poemas dedicados a Pasternak, Cables y El poeta. De esa misma época son Poema de la montaña (1924), El poema del fin (1924), y sus dramas Borrasca, Fortuna, Una aventura y Fénix. En 1925 vuelve a viajar a París, dónde inicia una correspondencia con Rainer María Rilke y decide quedarse en esa ciudad. Reúne y publica todos sus poemas desde 1922 a 1925 bajo el título Después de Rusia. 
En 1933 escribe un ensayo sobre Mayakovski y Pasternak, Epos y Lírica en la Rusia de hoy, y varias de sus prosas autobiográficas, Madre y música, Los cuentos de la madre, El diablo, dedicadas a su madre, Las Kirilovnas, a sus temporadas en Tarusa, Inauguración de museo, La corona de laurel y El museo Alejandro III, dedicadas a su padre. Escribe sobre Alexander Pushkin, Mi Pushkin (1937) y Pushkin y Pugachov (1937). En octubre de ese mismo año tiene noticia de la implicación de su marido en el asesinato de un ex-militar ruso y del hijo de Trotski. Sufre un registro domiciliario y un interrogatorio por la policía francesa. Un año después se traslada a vivir a un hotel donde escribe Poemas a los checos, con motivo de la ocupación por los nazis. En 1939 vuelve a la URSS. Su hermana Anastasia está en un campo de trabajo, su marido y su hija viven bajo vigilancia cerca de Moscú, dos meses más tarde serán detenidos. Marina vive de traducciones y del apoyo de algunos amigos como Anna Akhmatova y Boris Pasternak. En 1941 en plena invasión nazi y después de que su marido fuera fusilado y su hijo enviado a trabajar en un campo de minas, Marina Tsivietaieva es evacuada a Yelabuga, donde el 31 de agosto se suicida ahorcándose. Su poesía no concede al lector respiro alguno, su escritura no admite presuposiciones, ante un objeto artístico basado siempre en la realidad, pero que no deja en pie la más mínima creencia en la aceptabilidad de este mundo. Su ruptura, tanto por su visión como por su estilo, es algo único en la poesía rusa hasta hoy.  

A ti, dentro de un siglo

A ti, que nacerás dentro de un siglo,
cuando de respirar yo haya dejado,
de las entrañas mismas de un condenado a muerte,
con mi mano te escribo.

¡Amigo, no me busques! ¡Los tiempos han cambiado
y ya no me recuerdan ni los viejos!
¡No alcanzo con la boca las aguas del Leteo!
Extiendo las dos manos.

Tus ojos: dos hogueras,
ardiendo en mi sepulcro -el infierno-
y mirando a la de las manos inmóviles,
la que murió hace un siglo.

En mis manos -un puñado de polvo-
mis versos. Adivino que en el viento
buscarás mi casa natal.
O mi casa mortuoria.

Orgullo: cómo miras a las mujeres,
las vivas, las felices; yo capto las palabras:
"¡Impostoras! ¡Ya todas están muertas!
Sólo ella está viva.

Igual que un voluntario le ha servido.
Conozco sus anillos y todos sus secretos.
¡Ladronas de los muertos!
¡De ella son los anillos!"

¡Mis anillos! Me pesa,
hoy me arrepiento
de haberlos regalado sin medida.
¡Y no supe esperarte!

También me da tristeza que esta tarde
tras el sol haya ido tanto tiempo
y he ido a tu encuentro,
dentro de un siglo.

Apuesto -dice él- que vas a maldecir
a todos mis amigos en sus oscuras tumbas.
¡Todos la celebraban! Pero un vestido rosa
nadie le ofreció.

¿Quién era el generoso? Yo no: soy egoísta.
No oculto mi interés si no me matas.
A todos les pedía cartas,
para por las noches besarlas.

¿Decirlo? ¡Lo diré! El no-ser es un tópico.
Y ahora, para mí, eres ardiente huésped.
Les negarás la gracia a todas las amantes
para amar a la que hoy es sólo huesos.

Versión de Carlos Álvarez


 Bendigo la labor nuestra de cada día...

Bendigo la labor nuestra de cada día,
bendigo el sueño nuestro de cada noche,
el divino juicio y la caridad divina,
la ley benévola y la ley de bronce,

mi empolvada púrpura, de harapos cubierta...,
mi empolvado bastón, de los rayos hogar,
y asimismo, Señor, bendigo el pan
en horno ajeno y la paz en casa ajena.

Versión de Severo Sarduy-21 de mayo de 1918


Comediante  4

Ya no te necesito,
y no es porque no contestaras
a vuelta de correo, cariño.

Ni por saber que estas líneas,
escritas con tristeza,
las leerás entre risas.

(Escritas por mí a solas -
¡y sólo para ti!- ¡por vez primera!
con alguien las descifrarás).

Ni porque rozarán
los rizos tu mejilla -¡Soy maestra
en leer acompañada!

Tampoco porque a un tiempo
suspiraréis inclinados
sobre las mayúsculas desvaídas.

Ni porque caerán a la par
vuestros párpados -es difícil
mi letra- ¡y en verso, además!

¡No, amiguito! -Es más fácil,
es peor que un enfado.

Ya no te necesito-
porque... porque-¡Ya no te necesito nunca más!
3 de diciembre de 1918

Versión de Severo Sarduy

3 comentarios:

  1. En poetas como Marina, o polacas, búlgaras, etc. encuentro que la escritura tiene mucho que ver con los momentos históricos y no trabajan tanto el yo, o la poesía intimista. Es buena la poesía testimonial y por eso luchan muchos poetas de este tiempo también.

    Pedro Altamirano

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  2. Esta poeta, magnífica y nada convencional, es otra víctima de los regímenes de la "dictadura del proletariado", poetas, escritores, intelectuales.
    Andrés

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  3. Elevada poesía con una producción intensa en su corta vida. Creo que en estos versos el monumento es la mujer que escribe en una época gris de guerra y persecusiones y que sabe que su final esta detrás de cada paso.
    Celmiro Koryto

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