sábado, 10 de marzo de 2012

Los relatos de Kolimá, de Varlam Shalámov



Los relatos de Kolimá, de Varlam Shalámov

Por su filiación con la Oposición de izquierda llamada trotskista, Shalámov encadenó 17 años de castigo en el infierno blanco de Kolimá, Siberia, donde la temperatura podía llegar a los 65 grados bajo cero. Ésta obra de seis volúmenes que edita Minúscula es su célebre y fehaciente testimonio.

Pepe Gutiérrez-Álvarez | Para Kaos en la Red 

  
Según contaba Ryszard Kapuscinski en su obra El imperio (Anagrama, Barcelona, 2003), la narración de su periplo por la Rusia soviética entre 1989 y 1991, y que narran la descomposición del régimen, el topónimo de Kolimá debería de formar parte de otros que como Auschwitz, Treblinka, Hiroshima y Nagasaki, marcan las mayores tragedias humanas del siglo XX.
Los escépticos del horror estalinista deberían tomar nota sobre este nombre, situado en el extremo oriental de siberia, entre el Ártico y el mar de Ojotsk, espacio donde se encuentra la región de Kolimá con sus yacimiento auríferos, y que puede considerarse como el más despiadado anillo de todo los que conformaron el inenarrable archipiélago del Gulag, acrónico ruso de Glávnoie Upravlenie Lagueréi, o sea dirección General de los Campos), zona a la que fueron a parar buena parte de los prisioneros marcados por un “T” de “trotskista.
Fue acusado de difundir propaganda “antisoviética”, y fue trasladado a aquel lugar donde los escupitajos, literalmente, se congelaban en el aire. Todo cuanto nos cuenta el autor nos estremece. Hombres que trabajan dieciséis horas al día, con temperaturas en torno a los cincuenta grados bajo cero. Nieve y niebla. Piojos en las ropas. Tifus y escorbuto. Desnutrición y agotamiento. Llagas en las manos. Cuatro horas por noche para dormir. Hombres que no pesan más de cincuenta kilos. Un rancho compuesto de una sopa aguada y unas pocas gachas. Presos que se automutilan. Que se suicidan o lo intentan, sin lograrlo. Palizas de los guardias. Robos de los propios reclusos, que se roban unos a otros la comida y los abrigos. Dedos tiesos por la congelación. El pan duro visto como si fuese un pastel. Hambre y frío. Siempre el hambre y siempre el frío dominando sus vidas.
Lenta pero de manera inexorable, están apareciendo los escasos testimonios de los contados superviviente de la tentativa estalinista de aplicar una “solución final” contra las oposiciones, especialmente la ligada con León Trotsky como dará cuenta Isaac Deutscher en el tercer volumen de su trilogía sobre el personaje, y reconstruirá todavía con mayor detalle Pierre Broué en su imprescindible obra Comunistas contra Stalin, ya a punto de publicarse por la editorial Sepha. Poeta, novelista y revolucionario ruso nacido en Vologda, Varlam Shalámov (Vólogda, 1907-Moscú, 1982), es con toda probabilidad el testigo más concienzudo y lúcido de una experiencia que ha llevado a Nikolai Dostal, el autor de una miniserie más sobre su obra, El testamento de Lenin que la TV rusa emitió este verano y que esperamos nos llegue aquí, a proclamar certeramente: “Soljenitsin solo entró en el primer círculo del infierno estalinista, mientras que Shálamov descendió hasta el fondo .
Varlam fue hijo de un cura ortodoxo que trabajó como periodista en un diario de Moscú, pero su vínculos militantes con el comunismo antiestalinista le hacen que pase dieciséis años de reclusión en Kolimá (1937-1953), en el que estimaciones prudentes calculan que murieron no menos de tres millones d reclusos. Con un estilo desnudo y detallado que nos ayudan a situarnos en un lugar imposible, Varlam describe el frío atroz que pegaba los cabellos helados a los barrotes de la litera, las llagas del escorbuto, las jornadas de trabajo exterminador, la desnutrición y el hambre siempre presentes, los suicidios y las autolesiones, el ambiente agobiante de represión impuesto por los presos comunes que mantenían situaciones de privilegios sobre los “contrarrevolucionarios”, y como ya ha descrito en una situación paralela Primo Levi, la abyección y la miseria moral: “Carecíamos de orgullo, de amor propio, y tanto los celos como la pasión se nos antojaban conceptos marcianos y, en cualquier caso, insignificantes. Era mucho más importante sabérselas arreglar uno, en invierno, aterido de frío, para abrocharse los pantalones: hombres adultos lloraban a veces al no conseguirlo”.
Sus relatos se titulan El pan, La leche condensada, o Vaska Denisov, el ladrón de cerdos. Y aunque tienen cierto hilo argumental, se pueden leer como cuentos independientes, sin perder su frescura y fina ironía. "No se mostraba el termómetro a los trabajadores, era además completamente inútil. Había que salir con cualquier temperatura. Los más viejos se pasaban el termómetro, si hay neblina, hace 40º bajo cero; si respiramos sin mayor dificultad, pero el aire se exhala acompañado de ruido, quiere decir que hace menos de 45º; y si la respiración es ruidosa y está acompañada de una agitación visible, hace menos 50º". Shalámov es capaz de relatar con crudeza de acero el fusilamiento o la muerte por inanición de un prisionero, y envolvernos con minimalismo poético en la descripción de un árbol de la taiga.
Comprometido con unas vivencias especialmente estremecedoras, a Shalamov le podría haber bastado la crónica periodística de la denuncia, como hizo el torvo Soljenitsin, sin embargo, a pesar de las enormes dificultades en que consiguió escribir, optó por el camino del estilo. De ahí que se haya dicho que los Relatos de Kolimá no son sólo un testimonio del horror de los campos, sino todo un ejercicio único de estilo que le convierten en uno de los grandes de la literatura rusa (o más bien soviética) del siglo XX junto a Isaac Babel, asesinado también por los verdugos estalinistas, o Andréi Platónov, cuyas Cartas a Stalinfueron motivo de una notable adaptación teatral.
Así pues, estos Relatos, editados en 1978, se erigen como un testimonio de primera mano de estos años de GULAG, todo en un rosario de 103 pequeñas historias que constituyen una crónica de la degradación y la deshumanización de la vida en los campos de prisioneros de Stalin. Discípulo ferviente de Chejov, Shalámov construye una obra de un alto valor literario y se trata de uno de esos raros casos en los que la poesía asoma en medio del horror En los sesenta sus relatos comienzan a circular clandestinamente en los círculos culturales de Moscú, hasta que cruzan la frontera y se publican en Londres en 1972. En Rusia, los Relatos no verían la luz hasta 1987 pero ya antes se habían convertido no sólo en un símbolo de la disidencia sino en todo un mito literario, gracias en parte a la fundación auspiciada por su viuda y financiada con aportaciones de sus lectores. Su narración que complementa otras como las de Evgenia Guinzbourg (El vértigo, sobre el que se puede encontrar un trabajo mío en Kaos), y que igualmente se sitúa en una concepción de la historia y de la realidad soviética muy lejana a la más conocida de Aleksandr Soljenitsin. Mientras que Soljenitsin invoca a dios y a las tradiciones rusas –tradiciones burocráticas despiadadas heredadas de siglos de zarismo-, Shalámov no espera nada más que comprender y ofrecer su testimonio como homenaje a sus compañeros de lucha. Porque como explica Pierre Broué, esta es la historia de una resistencia comunista contra el estalinismo.
Shalámov sería también autor de cinco libros de poemas, entre ellos, Encendedor (1961) yCamino y destino (1967). Su actitud indómita le llevaría a morir en el mayor anonimato en 1982 en un hospital psiquiátrico donde fue internado contra su voluntad. Su obra resuma profundos sentimientos humanos -el amor, la amistad, la envidia, el ansia de gloria, la misericordia o la honradez- nos habían abandonado con la carne con la que nos vimos privados durante nuestra prolongada hambruna. En la insignificante capa muscular que aún quedaba adherida a nuestros huesos, y que aún nos permitía comer, movernos, respirar, e incluso serrar leña o recoger con la pala piedras en la carretilla por los inacabables tablones de madera en las mimas de oro, en esta capa muscular sólo cabía el odio, el sentimiento humano más imperecedero". Este libro, primer volumen de seis, traducido por Ricardo San Vicente y revisado por Julio Hurtado, es asombroso y desgarrador. Desgarrador porque nos habla de las penurias de los hombres en un infierno blanco. Asombroso porque está narrado con una prosa sobria y precisa, y también porque nos ayuda a pensar y comprender el combate de una generación militante cuya integridad contrasta con la vileza del sistema burocrático.

8 comentarios:

  1. "(...)asombroso y desgarrador. Desgarrador porque nos habla de las penurias de los hombres en un infierno blanco. Asombroso porque está narrado con una prosa sobria y precisa, y también porque nos ayuda a pensar y comprender(...)"

    Este testimonio me confirma que la poesía no es un oficio, sino una forma de estar en el mundo. Con la piel pegada a los huesos, en medio de infierno blanco, el poeta puede escribir los relatos de Kolimá, que " no son sólo un testimonio del horror de los campos, sino todo un ejercicio único de estilo que le convierten en uno de los grandes de la literatura rusa (...)" del siglo XX."

    Gracias por este texto esclarecedor.
    Ofelia

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  2. Esperemos que el libro llegue a la Argentina o que se edite aquí, luego de leer Vida y Destino (gracias a Artesanías) espero poder hacerlo con los relatos de Kolimá, C.A.T.

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  3. Me hago la pregunta de por qué desconozco tanto del tema. Ha significado un gran descubrimiento sobre uno de los horrores de la Humanidad a través de la literatura. Escritor y testigo es Shalámov en ese infierno blanco que hasta las lágrimas congela.
    El artículo marca una diferencia con el escritor Soljenitsin, que merece por mi parte, una interesante observación para tener en cuenta, ya que éste ha escrito Archipiélago Gulag sobre los campos de trabajo forzados soviéticos.
    Excelentes las publicaciones que abren este mundo.

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  4. "Un día en la vida de Iván Denísovich" fue el primer libro que me dio detalles de la vida en el gulag del régimen estalinista. Muchos detalles de la vida del protagonista me recordaron la soledad del hombre preso, el diálogo con su conciencia y la evocación de su vida anterior, cuando todavía era un ser humano. Kolimá es la historia más completa de la vida en el destierro impuesta por la paranoia de Stalin, los "procesos" dirigidos por el maldito fiscal Vishinski y los juicios de Moscú en 1937 donde fue decapitada la mayoría de los revolucionarios compañeros de Lenin el 7 de noviembre de 1917. Pronto me haré de algunos tomos. Impresindibles para seguir viviendo y enfrentarse con el pasado.

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  5. IMPRESCINDIBLES, CORRIJO EL HORROR DEL COMENTARIO ANTERIOR.

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  6. Tiene razón Ofelia. La poesía , la construcción de un estilo, la búsqueda del mejor modo de transmitir es una forma de estar en el mundo. Sólo desde ahí nos pueden llegar las voces de los muertos y lo que es más estremecedor aún , de los muertos en vida, o de quienes soportan en sus huesos sus propias vidas robadas. Me interesó mucho la nómina de obras que desconozco. Gracias
    Cristina

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  7. Estuve en la librería "De la Mancha", Corrientes 1888,tel: 4372.0189, allí encontré la edición en español de los "Relatos de Kolimá" de Varlám Shalámov, editada por le editorial española Minúscula, son 4 tomos y el precio de cada uno oscila entre $100 y $150.
    Lamentablemente el conjunto sumaba cerca de $700, y yo tenía otras urgencias.
    Saludos
    Ofelia

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  8. gracias por la información, bastante saladiro... En barceloba estarán a 250 euros los 4 tomos. Ya los voy a encargar: si no los leo ahora ya nunca los voy a leer. Estuviste "grossa" Ofelia. Sé quién va a aprovechar la información...
    cariños.

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