lunes, 20 de octubre de 2014

Carlos Arturo Trinelli




                                                                                 OKUPAS

                                                              Una casa vive únicamente de hombres,
                                                                       como una tumba. Enrique Prochazca.


                                 
      
     La casa estuvo años deshabitada y nos instalamos multiplicándonos como verdaderos pobres. Cada uno ocupando sus espacios. Por supuesto han ocurrido conflictos producto de distintas maneras de adecuarse a la situación. Mi familia y yo pasamos bastante desapercibidos y es que no ocupamos demasiado espacio y también nos arreglamos con poco. Llevamos una vida metódica, salimos de a ratos, no hacemos ruido. Otros en cambio gritan de noche o tienen relaciones sexuales a la vista de todos con una moral que al menos podríamos calificar como amplia. Existen los pasajeros de tránsito, gente que se queda una noche y se va u otros que roban lo que pueden, o lo que queda, caños, cables, aberturas y escapan ante nuestra mirada neutra.
     Alrededor de la casa el tiempo desbordó el progreso y quedamos sumergidos en el fondo del cielo. De los edificios linderos caen diversos objetos inútiles y pocos pedazos de sol. Un día llegó la demolición. No pocos murieron. Algunos escapamos.
     Yo logré hacerlo camuflado en un volquete y mi destino de araña seguirá a salvo en otro sitio.   


                      

  LA SOLEDAD ES UN REVÓLVER ARDIENTE


     La música aturdía, el cantor desafinaba al amparo de la impunidad sonora. La cerveza estaba caliente y el precio exorbitante. Miré a la morocha que reía y acompañaba el ritmo de la cumbia. Ella me vio, abandonó la sonrisa y el meneo de caderas. Se mordió el labio inferior. Me acerqué y le dije lo que pensaba del lugar, de la música, del cantante, de la birra. Nos fuimos. Afuera hacía frío. Ella encerró a las tetas bajo el cierre de la campera de cuero. Le di opciones, mi casa, un telo o un bar. Se jugó por el telo. Paré un taxi. En el calor del ambiente calefaccionado volvieron las tetas. Hubo tiempo para algunas mentiras, después la acción, después el tedio. Para vencerlo se mostró activa pero solo lo logramos al quedarnos dormidos. Cuando despertamos era domingo igual que cuando habíamos entrado nada más que ahora se había corporizado con la luz de un sol pálido. Ella se bañó, yo no. Nos fuimos. La invité a desayunar. Ella un mate cocido con leche y dos medialunas de manteca. Yo un café con una de grasa. No hablamos mucho. Nadie lo hacía demasiado, leían el diario. Resistimos poco sin fumar. La acompañé a tomar el colectivo. En la parada nos abrazamos con distancia y rozamos nuestros labios. Caminé unos metros y regresé para preguntarle el nombre. Me lo dijo con una sonrisa y el brazo extendido para detener al bondi. Subió, no me preguntó el mío pero se lo grité. Pareció no escucharme. Tampoco tuvo importancia. Me di vuelta y me fui con medio domingo encima.


8 comentarios:

  1. Una nostalgia que nos socava el alma...nostalgia por esa identidad que devastan día a día. "Una casa vive únicamente de hombres,
    como una tumba. Enrique Prochazca.

    Se te extraña Tri!!

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  2. Los nadie, los invisibles, los muertos en vida, cementerios de zombies que se extienden en las grandes ciudades. Hay muchos partidos políticos, casi diría demasiados, con teorías y prácticas a la carta de cada uno de sus miembros. Opinion no les falta; indiferencia, tampoco.
    ¡Bien , Trinelli!
    Cristina Pailos

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  3. cada uno describe la soledad a su manera y esta esta narrada con mucha ternura.

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  4. Se extrañaba no leer las ocurrentes historias del autor. Par ami gusto, la primera. hay una original transferencia de sentires humanos a un insecto feo, con un gran sentido real en la forma de fábula.
    Aunque me queda lo de " medio domingo" de la segunda historia.+
    Felicitaciones y abrazo.
    MARITA RAGOZZA

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  5. Esa pregunta del final, que imagino "cómo te llamás?" es para mi el centro del cuento, la búsqueda de algo fijo, algo que rememorar en el reto de ese domingo...Y decir, gritar el propio como una forma de perdurar en el mundo. Muy bueno

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  6. Qué buen narrador, dos relatos tan distintos y atractivos, el primero sorprende con el final y el segundo con gratas descripciones que terminan con una grata y aparente indiferencia. Te felicito, va un abrazo.
    Betty Badaui

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  7. Tal vez, sea la muerte la única forma de transitar y morar los edificios y las calles, siendo la tumba el única lugar de vida, justo allí donde el nombre es lo que cobra valor y desde donde es posible reconstruir la historia personal de cualquier otro que no sea uno mismo: he allí, quizá, nuestras dos existencias: el contar y el ser contado. ElsaJaná.

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  8. me conmueven tus conceptos sobre la vida y la muerte, búsquedas, sensación de ahondar en lo que no vemos. un gran abrazo. susana zazzetti.

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